
Nunca me puse a pensar el por qué me gustan tanto los gatos, creo que se debe a que nací bajo la influencia del león, y en el horóscopo chico bajo la influencia de la liebre (o gato para los orientales) o quizás será porque todo el tiempo he estado rodeada de gatos, y terminé amando a estos bichos. Su independencia, belleza, gracia y astucia me fascinaron siempre, también su forma incansable y eterna de jugar, un gato juega hasta que muere, como si fuera un gatito pequeño. Tan frágiles y tan inteligentes, tan cautelosos y tan eficientes, hacen de un gato una caja de pandora, solo quienes aman a los gatos pueden entender el comportamiento y las miradas de un gato, su compañía llena todos los espacios, no puedo hacer nada sin la curiosa observación de mi gato, espiándome desde la puerta, esperándome a la salida del baño, rascando la puerta del dormitorio para entrar, o para que me levante tempranísimo de la cama y lo alimente, o cargando entre sus dientes una rata de plástico para que se la lance unas 100 veces hasta que se canse de jugar, o recostándose en mis piernas mientras leo un libro, siempre buscando mi mano para rascarle la cabeza. Lo más notorio es que todos los felinos, no importa el tamaño, se comportan de la misma manera, un león se asea como mi gatito, mi gatito caza moscas como una pantera caza a algún nativo descuidado, en fin, si existe la reencarnación seguro, que en mi otra vida, yo fui un gato.
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