
La soledad es bruma que me piensa,
y al pensarme, adoptiva me ha creado;
ahora mi barco flota desolado en superficie vasta e indefensa.
La luz huye de mí; tras de la densa pared de niebla, el rumbo fracasado;
tal vez el yunque del acantilado se me perfila como recompensa.
El mar es soledad, y es infinito, y aunque risueño, puede ser maldito,
y puede ser silencio, aunque es rumor.
Si llegara a tu playa, si llegara, qué abrazo de oleaje,
qué algazara, qué integración de amante y amador.
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