lunes, agosto 06, 2007

una imagen recurrente

Se sentía un olor de tierra húmeda en el aire, un viento, a veces frió, podía disfrutarse a ráfagas, las plantas se tambaleaban como danzando, como acariciando el aire y comenzaba a llover.
Cae como una manta traslucida y brillante, cierro los ojos y puedo sentir el roció en mi cara, aunque no este tocando el agua, las gotas aplauden en el suelo, resbalando por entre las hojas.
El patio de mi vieja casa… lo tengo tan vivo, nada me es tan querido y tan significante como lo fue el patio de mi vieja casa y todo lo que viví y vi en él.
Vivía con mi abuela, Illuminatta (Iluminada en italiano), ella se encargaba de las cientos de plantas que teníamos en el jardín, todas flores, de diferentes colores.
Me pasaba horas mirándola cuidar su jardín y entre tanto me contaba alguna historia o me sonreía callada.
Mi mundo era esa casa, que no era para nada pequeña, me gustaba perderme o andar en bicicleta o en patines de punta a punta, más de 70 metros de largo de casa, era magnifica, ahora sólo existe en mi mente.
El jardín estaba dividido en dos a lo largo, con una de las partes cubierta, ambas se separaban, con un cantero de un metro le alto más o menos, y de largo todo el jardín, con columnas lisas de medio metro de diámetro por unos 4 metros de alto, sostenían una parte de la terraza, eran cuatro, la parte que no estaba cubierta la cubría una enredadera de uvas silvestres. Había plantas plantadas en la tierra en la parte descubierta, y en la otra, unas macetas enormes, en el cantero del medio, había más plantas.
Teníamos un patio trasero donde solo había árboles frutales y algunos arbustos con flores.
En el comedor había una puerta doble que daba a la parte de jardín cubierto y una ventana al descubierto, las puertas eran de vidrio de varios colores, la ventana de dos hojas.
Los cuatro dormitorios eran gigantes, y altos, las puertas tenían detrás una persiana, llegaban casi al techo, las ventanas eran muy altas también y tenían garabatos en hierro fundido en vez de barrotes, algunos simulaban hojas, en mi ventana había una enredadera que no paraba de crecer.
Las puertas y las ventanas daban al jardín cubierto, uno salía directamente por allí si lo deseaba.
Viví en ella durante unos 23 años, interrumpidamente por el trabajo de mi padre, pero esto ocurrió durante los primeros años de mi vida, luego tuve estadía completa.
Tuvimos que dejarla, los motivos… no vienen al caso, la derrumbaron para construir pisos, pero dudo que alguien la derrumbe de mi cabeza.
Cada vez que necesito escaparme, estar un rato ausente, vuelvo corriendo por el patio, siento la bruma del agua salpicarme la cara, veo las estrellas desde jardín semi oscuro de la casa, huelo el perfume de las flores en primavera, siento cantar a mi abuela entre los helechos y si me transporto más, sus manos blancas y arrugadas peinando mi pelo.

2 comentarios:

modes amestoy dijo...

podemos aislarnos en lugares especiales.
Un abrazo

Max dijo...

Claro que si Modes, gracias por tus comentarios, un beso

un tango en italiano?, como yo